RAÚL BAENA: "DUDE, WHERE IS MY CAR?"

martes, 15 de octubre de 2013

BALÓN Y TOMA DE DECISIONES: DOS DE LOS FACTORES MÁS IMPORTANTES EN EL FÚTBOL.

Algunos piensan que la teoría del entrenamiento tal y como viene en los libros, atlas ilustrados, enciclopedias o algún que otro manual de erudito, es aplicable a cualquier deporte por igual. Pero ante esta idea aparece la siguiente pregunta: ¿Es lo mismo preparar a un deportista para correr los 100 metros lisos, para jugar a balonmano o prepararlo para jugar a fútbol? Aquí aparece el entrenamiento específico de cada deporte. En el caso del fútbol, ¿alguien cree que sea necesario impregnar los 90-120 minutos de una sesión de entrenamiento de aspectos simplemente “físicos”? Hoy en día resulta descabellado centrar aunque sea una sola sesión semanal a aspectos separados del eje central de este deporte, el BALÓN. Resulta totalmente incoherente y un total sinsentido hacer carrera continua o ejercicios de fuerza máxima cuando este tipo de estímulos son opuestos a lo que demandan las acciones propias de un partido de fútbol. Acciones explosivas, saltos, caídas unipodales e inestables, frenazos, choques, etc. Sólo resulta de especial interés trabajar la fuerza con objetivos específicos de readaptación funcional, preventivos o coadyuvantes como diría el maestro Seiru, lo que para nada es criticable y con lo que estoy totalmente en armonía si se usa en pequeñas cuñas junto al calentamiento o como entrenamiento compensatorio para aquellos que lo requieran.

La parte física no cabe duda que es importante para disponer de cualidades equiparables al resto de jugadores, pero no es una parte divisible al resto y mucho menos más importante que otras, ¿o alguien cree que Song es mejor que Xavi?, por poner un ejemplo un tanto brusco. Actualmente ya no se concibe la idea de entrenamientos plenamente físicos, entrenamientos plenamente tácticos o entrenamiento plenamente técnicos por separado, sino que se aboga por un entrenamiento holístico donde cada una de estas partes esté integrada en un todo. Aquí radica el trabajo del entrenador actual y su cuerpo técnico, un trabajo de equipo, multidisciplinar, en el que es preciso estrujarse el cerebro para crear situaciones y contextos de juego en los entrenamientos que se asemejen al máximo posible a situaciones reales de juego y donde el jugador esté trabajando continuamente y de manera paralela todos los aspectos (físico, técnico, táctico, psicológico, social, emocional, etc.). El fútbol, como la mayoría de los deportes, goza de una parte anímica y psicosocial muy importante. Los jugadores tienen que divertirse, tener libertad para tomar la decisión que en cada ocasión consideren más “oportuna” (aquí es donde de verdad un buen entrenador puede demostrar que lo es, cada uno que entienda esta frase a su manera), y sobre todo jugar a FÚTBOL.

Uno de los manchegos más famosos junto a Alonso Quijano, un tal Andrés Iniesta, ya lo decía: “Mi forma de jugar es totalmente lúdica, natural, es un juego de pista de colegio. Juego como me sale, eligiendo en cada momento la opción que intuyo más acertada según las posibilidades que me ofrece el juego”. El fútbol es un deporte en el que se dan tantos factores, que ni el ser físicamente portentoso, ni el seguir estrictamente una metodología de juego prediseñada por el entrenador, te aseguran nada. Si no, que le pregunten al bueno de Vicente del Bosque o al crack de Fuentealbilla, si la jugada del gol que quedará para la historia de España como el gol que nos dio el primer Mundial, estaba ensayada o fue pura improvisación raíz de una toma de decisiones acertada en un momento puntual.


La toma de decisiones o el talento en sí no son algo que un entrenador pueda enseñar, sino que es algo con lo que se nace. Los buenos jugadores nacen buenos, pero hay que guiarlos. Como decía uno de los sabios de este deporte, Óscar Cano, respondiendo a la pregunta; ¿el jugador nace o se hace?, contestó: “Se hace descubriendo las capacidades con las que nace”. Al jugador hay que guiarlo, ayudarle a perfeccionar y afilar sus habilidades dándole lo que necesita, que normalmente, se da la paradoja que es FÚTBOL, y no cualquier otra actividad en la que no se encuentre inmerso el balón. Aquí radica el trabajo de un buen entrenador. Nadie tiene una fotocopiadora de futbolistas. O si no, ¿no creéis que habría más FalcaoS o más RobbenS? Ya lo decía Dante Panzeri: “Si el fútbol se pudiera enseñar, las canchas de todo el mundo estarían llenas de jugadores estrella. Y sin embargo están llenas de planes, palabras, publicidad…y casi vacías de jugadores”. El trabajo de un entrenador y su cuerpo técnico se basa en ayudar a que sus futbolistas crezcan inteligentes, afiancen conceptos, procedimientos y actitudes a través de la vivencia directa en situaciones reales de juego, desarrollen uno de los mecanismos más importantes en el deporte, que no es otro que la toma de decisiones (véanse y analícense las genialidades de los genios de los últimos tiempos en esta materia: Zidane, Guti, Iniesta,  Özil, Valerón, y un largo etc.) y a través de este entrenamiento integral, también consigan las adaptaciones fisiológicas inherentes a las demandas de su deporte, el FÚTBOL y siempre con el BALÓN entre los pies. 

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