Algunos piensan que la teoría del
entrenamiento tal y como viene en los libros, atlas ilustrados, enciclopedias o
algún que otro manual de erudito, es aplicable a cualquier deporte por igual.
Pero ante esta idea aparece la siguiente pregunta: ¿Es lo mismo preparar a un
deportista para correr los 100
metros lisos, para jugar a balonmano o prepararlo para
jugar a fútbol? Aquí aparece el entrenamiento específico de cada deporte. En el
caso del fútbol, ¿alguien cree que sea necesario impregnar los 90-120 minutos
de una sesión de entrenamiento de aspectos simplemente “físicos”? Hoy en día
resulta descabellado centrar aunque sea una sola sesión semanal a aspectos
separados del eje central de este deporte, el BALÓN. Resulta totalmente
incoherente y un total sinsentido hacer carrera continua o ejercicios de fuerza
máxima cuando este tipo de estímulos son opuestos a lo que demandan las
acciones propias de un partido de fútbol. Acciones explosivas, saltos, caídas
unipodales e inestables, frenazos, choques, etc. Sólo resulta de especial
interés trabajar la fuerza con objetivos específicos de readaptación funcional,
preventivos o coadyuvantes como diría el maestro Seiru, lo que para nada es
criticable y con lo que estoy totalmente en armonía si se usa en pequeñas cuñas
junto al calentamiento o como entrenamiento compensatorio para aquellos que lo
requieran.
La parte física no cabe duda que
es importante para disponer de cualidades equiparables al resto de jugadores,
pero no es una parte divisible al resto y mucho menos más importante que otras,
¿o alguien cree que Song es mejor que Xavi?, por poner un ejemplo un tanto
brusco. Actualmente ya no se concibe la idea de entrenamientos plenamente físicos,
entrenamientos plenamente tácticos o entrenamiento plenamente técnicos por
separado, sino que se aboga por un entrenamiento holístico donde cada una de
estas partes esté integrada en un todo. Aquí radica el trabajo del entrenador
actual y su cuerpo técnico, un trabajo de equipo, multidisciplinar, en el que
es preciso estrujarse el cerebro para crear situaciones y contextos de juego en
los entrenamientos que se asemejen al máximo posible a situaciones reales de
juego y donde el jugador esté trabajando continuamente y de manera paralela
todos los aspectos (físico, técnico, táctico, psicológico, social, emocional,
etc.). El fútbol, como la mayoría de los deportes, goza de una parte anímica y
psicosocial muy importante. Los jugadores tienen que divertirse, tener libertad
para tomar la decisión que en cada ocasión consideren más “oportuna” (aquí es
donde de verdad un buen entrenador puede demostrar que lo es, cada uno que entienda
esta frase a su manera), y sobre todo jugar a FÚTBOL.
Uno de los manchegos más famosos
junto a Alonso Quijano, un tal Andrés Iniesta, ya lo decía: “Mi forma
de jugar es totalmente lúdica, natural, es un juego de pista de colegio. Juego
como me sale, eligiendo en cada momento la opción que intuyo más acertada según
las posibilidades que me ofrece el juego”.
El fútbol es un deporte en el que se dan tantos factores, que ni el ser
físicamente portentoso, ni el seguir estrictamente una metodología de juego
prediseñada por el entrenador, te aseguran nada. Si no, que le pregunten al
bueno de Vicente del Bosque o al crack de Fuentealbilla, si la jugada del gol
que quedará para la historia de España como el gol que nos dio el primer
Mundial, estaba ensayada o fue pura improvisación raíz de una toma de decisiones
acertada en un momento puntual.
La toma de decisiones o el talento en sí no son algo que un
entrenador pueda enseñar, sino que es algo con lo que se nace. Los buenos
jugadores nacen buenos, pero hay que guiarlos. Como decía uno de los sabios de
este deporte, Óscar Cano, respondiendo a la pregunta; ¿el jugador nace o se hace?, contestó: “Se hace descubriendo las
capacidades con las que nace”. Al jugador hay que guiarlo, ayudarle a perfeccionar
y afilar sus habilidades dándole lo que necesita, que normalmente, se da la
paradoja que es FÚTBOL, y no cualquier otra actividad en la que no se encuentre
inmerso el balón. Aquí radica el trabajo de un buen entrenador. Nadie tiene una
fotocopiadora de futbolistas. O si no, ¿no creéis que habría más FalcaoS o más
RobbenS? Ya lo decía Dante Panzeri: “Si el fútbol se pudiera enseñar, las canchas de
todo el mundo estarían llenas de jugadores estrella. Y sin embargo están llenas
de planes, palabras, publicidad…y casi vacías de jugadores”. El
trabajo de un entrenador y su cuerpo técnico se basa en ayudar a que sus futbolistas
crezcan inteligentes, afiancen conceptos, procedimientos y actitudes a través
de la vivencia directa en situaciones reales de juego, desarrollen uno de los
mecanismos más importantes en el deporte, que no es otro que la toma de decisiones
(véanse y analícense las genialidades de los genios de los últimos tiempos en
esta materia: Zidane, Guti, Iniesta, Özil,
Valerón, y un largo etc.) y a través de este entrenamiento integral, también consigan
las adaptaciones fisiológicas inherentes a las demandas de su deporte, el
FÚTBOL y siempre con el BALÓN entre los pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario