RAÚL BAENA: "DUDE, WHERE IS MY CAR?"

miércoles, 6 de noviembre de 2013

EL PRÍNCIPE ENCANTADOR DEL REINO DE VALENCIA

"El Valencia es un gigante dormido y yo vengo a despertarlo". Esto fue lo que dijo Miroslav Djukic en su discurso de investidura como nuevo entrenador del equipo de la capital del Turia. Pero como la inmensa mayoría de promesas políticas, va pasando el tiempo y no se ven cumplidas, ante la atenta mirada del electorado. A pesar de una pretemporada tan extraña como ilusionante (recordemos aquella victoria contra el Inter en EE.UU.), lo cierto es que el equipo no puede ser más irregular en el campeonato doméstico: deambula por la mitad de la tabla sin convencer a nadie, dejando ciertos destellos de la calidad que tiene su plantilla, pero sin encontrarse a sí mismo en cuanto a juego se refiere. El vestuario está roto y parece que sin mucha intención de bajar al barro a pelear para revertir esta situación.

Uno de los problemas del equipo es la aparición de jugadores que, por encima de lo que su rendimiento marca, se creen con la potestad para decidir en cuanto a la marcha del equipo, cuando sólo son empleados de este que deben dar todo por el funcionamiento de él. Los dos casos más llamativos son los de Jérémy Mathieu y Adil Rami, los dos franceses del equipo. El albino lateral fue reconvertido a central zurdo por decisión propia, alegando que habría clubes grandes que pagarían por tenerlo ahí, y llegando a amenazar con su marcha. El técnico serbio accedió y, en mi opinión, no pudo estar más desacertado. Además del nefasto rendimiento que está dando Mathieu en esa zona (fallos graves en salida de balón, excesiva pasividad ante peligro rival, falta de ritmo y velocidad en repliegue y a la hora de tirar el fuera de juego, entre otras cosas), el cual no le está llevando a verse relegado al banquillo, esta decisión ha puesto en entredicho el liderazgo del míster ante su vestuario.

Precisamente esto es lo que pretendía recuperar Djuka con la medida de apartar del equipo al portentoso central Adil Rami, quien fuera una de las sensaciones de las pasadas campañas en la zaga ché, y al que media Europa miraba con deseo. Quizá ser el centro de tantos focos le afectara y  le condujera a una actitud de insubordinación total ante el entrenador, llegando a comentar a sus compañeros el poco tiempo que le quedaba a éste si perdían un encuentro más. Este capítulo parece haberse quedado cerrado con su cesión con opción de compra al Milan de Allegri, aunque desde aquí no sabemos todavía cómo se ha resuelto eso.

La afición no deja de recriminarle al equipo su falta de intensidad y de compromiso con el club. Todos acusan a los jugadores de "no echarle huevos" y de quedarse mirando a la adversidad, sin ser capaces de acometerla. Son frecuentes ya las imágenes en las que el público espera al equipo a la salida del estadio tras los partidos, o de la ciudad deportiva tras los entrenamientos. El único que ha dado la cara y se ha dignado a responder a todas esas críticas ha sido el portador del brazalete de capitán, el central Ricardo Costa. También lo hemos visto ya varias veces hablar con la afición, agachar las orejas y recibir él las críticas que todo el equipo merece.

A todo ello debemos añadir la difícil situación institucional, saldada con la destitución del secretario técnico, Braulio Vázquez, y con la llegada de Amadeo Salvo a la presidencia. Además, la continua fuga de sus estrellas ha desembocado, aunque más tarde que pronto, en la carencia de un líder dentro del campo de carácter y que inste a sus compañeros a seguir peleando hasta el final. Jonas Gonçalves y Éver Banega parecen haber asumido ese mando, pero el retraído carácter de ambos y la irregularidad en el juego del segundo no invitan al optimismo en cuanto a la búsqueda de un nuevo capitán se refiere. Veremos si el "Príncipe Encantador" consigue dar el beso que despierte, más que a un gigante, a esa Bella Durmiente que es ahora mismo el Valencia.